lunes, 28 de mayo de 2012

HERMANDAD DE HUELVA CAMINO DE LA ALDEA

Las primeras noticias de la devoción onubense por la Virgen del Rocío datan de 1747, donde hay referencias de donativos para una “misa rezada a nuestra Señora del Rocío de la villa de Almonte”. La leyenda dice que, estando unos barcos pescando en las marismas del Rocío, los marineros vieron un resplandor y unos fuegos artificiales que les llamaron la atención, y al aproximarse vieron la fiesta a la Virgen, no cesando de ir desde entonces cada año.










Desde 1813 ó 1814 parece ser que iban familias por su cuenta, cada vez más numerosas, pasando después a ser grupos que se reunían en la Iglesia Mayor de San Pedro y en la de la Concepción. A mediados de siglo comienza la futura Hermandad a hacer acto de presencia en el Santuario de Almonte con recogimiento mariano, alegría y gran amor hacia la Blanca Paloma. El 25 de mayo de 1845 nace en la calle Miguel Redondo D. Francisco Carrasco Ortiz, “el polaco”, que como su padre José sería seguidor de la facción llamada polaca del partido moderado, liderado por D. José Luis Sartorius, conde de San Luis, de supuesto origen polaco. Nuestro hombre se dedicó a las faenas de la mar, y en su casa de la calle Sevilla (hoy Berdigón) siempre tuvo una imagen de la Virgen del Rocío, alrededor de la que se reunían regularmente amigos de su padre y suyo, como Juan Hernández Toscano, Juan García García y Juan de la Corte y Mora, acaudalado terrateniente. A finales de los setenta cambia los golpes de la mar por un trabajo en los talleres de la Compañía Minera Río Tinto Limited, y en 1878 ó 1879 plantea la organización de una Hermandad con el propósito de peregrinar todos los años al Santuario, para allí rendir pleitesía a la Reina de las Marismas; falleció poco tiempo después en trágicas circunstancias en noviembre de 1883, según noticia publicada por el diario “La Provincia”.

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